domingo, 9 de marzo de 2014

EL CONTROLADOR PEREZOSO. PENSAMIENTO RÁPIDO Y LENTO II





El tercer capítulo del libro “Thinking, fast and slow” , que venimos comentando, lo dedica Daniel Kahneman, Premio Nobel de Economía,  a lo que él llama el “controlador perezoso” de nuestra mente. 

El sistema II tiene una velocidad natural. Dedicamos alguna energía mental a pensamientos dispersos y a monitorizar lo que pasa a nuestro alrededor incluso cuando nuestra mente no está haciendo nada en particular, pero lo hacemos con poco esfuerzo. Por ejemplo es agradable pasear y pensar al mismo tiempo, pero en casos extremos ambas actividades pueden competir por los recursos limitados del sistema II. Si estamos paseando con un amigo y éste nos pide que calculemos 23x78 mentalmente nos detendremos para realizar esta operación. 

Para la mayoría de las personas, en la mayor parte de las ocasiones, el mantenimiento de una línea de pensamiento coherente y el compromiso ocasional con un esfuerzo mental requiere también de autocontrol. Afortunadamente no siempre sentimos aversión por el trabajo cognitivo y podemos dedicar muchos esfuerzos durante largos periodos de tiempo sin tener que recurrir a la fuerza de voluntad para hacerlo. El psicólogo Mihaly Csikszentmihaly ha estudiado en profundidad este estado de atención “sin esfuerzo” y lo llama un estado de “flujo”. Las personas que perciben esta sensación de “fluir” la describen como un estado de concentración sin esfuerzo tan profundo que pierden el sentido del tiempo, de ellos mismos y de sus problemas, al tiempo que tienen una gran sensación de gozo. Numerosas actividades pueden producirla desde pintar, hacer algún deporte, jugar al ajedrez,,,, Al “fluir” separamos claramente las dos formas de esfuerzo: la concentración en la tarea y el control deliberado de la atención. En este estado mantener la atención en las actividades absorbentes no requiere un esfuerzo de autocontrol, ya que estamos disfrutando, con lo que se liberan recursos para dirigirse a la tarea a realizar.

Al ser el autocontrol y el esfuerzo cognitivo dos formas de trabajo mental numerosos estudios psicológicos han demostrado que las personas a las que se les plantea simultáneamente una tarea cognitiva y una tentación, tienen más posibilidades de caer en esta última. La evidencia sugiere que el sistema I tiene más influencia en el comportamiento cuando el sistema II está ocupado. Lo mismo ocurre con la tendencia a efectuar elecciones egoístas, a utilizar lenguaje sexista o a realizar juicios superficiales en situaciones sociales, ya que el control de los pensamientos y de los comportamientos es una de las funciones que desempeña el sistema II.  

Diversos experimentos realizados por el psicólogo Roy Baumeister y sus colaboradores han demostrado de forma concluyente que todas las variantes de esfuerzo voluntario, ya sean cognitivas, emocionales o físicas, consumen energía mental. El autocontrol o un esfuerzo de voluntad consume energía, como hemos visto, por lo que si nos hemos tenido que esforzar para hacer algo estaremos menos dispuestos a ejercitar el autocontrol cuando surja un nuevo reto. Al fenómeno se le conoce como “depleción del ego”.  La lista de situaciones que pueden agotar nuestro autocontrol es variada. Todas se caracterizan por plantear algún tipo de conflicto y por la necesidad de suprimir una tendencia natural. Entre ellas tenemos el hacer elecciones que generen algún tipo de conflicto, tratar de impresionar a los demás, inhibir respuestas emocionales a una película, canción,..,  o responder amablemente a una persona que se ha portado mal con nosotros. 

Los tipos de indicadores de esta “depleción” son también numerosos y diversos. Nos podemos encontrar desde el abandono de la dieta, el consumo compulsivo e impulsivo, la reacción agresiva ante la provocación o el bajo o deficiente desempeño en tareas cognitivas o en la toma de decisiones lógica. 

La “depleción del ego” supone en parte una pérdida de motivación, por lo que si se quiere conseguir vencer sus efectos se tienen que buscar fuertes incentivos para hacerlo. 

El hallazgo más sorprendente, según Kahneman, de los estudios de Baumeister es el hecho de que una actividad mental que requiere mucho esfuerzo consume grandes cantidades de glucosa. Cuando estamos inmersos en un razonamiento cognitivo complicado o en una tarea que requiere autocontrol la glucemia disminuye. Una atrevida implicación de esta idea es que los efectos de la “depleción del ego” pueden revertir con la ingesta de glucosa. Baumeister y sus colaboradores han comprobado esta hipótesis en numerosos experimentos. 

El autor menciona un estudio recientemente publicado en “Proceedings of the National Academy of Sciences” en el que se analizaban las sentencias de 8 jueces en relación con la concesión de libertad provisional. Dichos jueces se dedicaban en exclusiva a esta tarea y se comprobó que las sentencias eran favorables en un 35% de los casos pero que seguían un ritmo horario. Después de las horas de comida de los jueces se aceptaban las propuestas en un 65% de los casos, pero iba descendiendo la cifra conforme pasaban las y se denegaban casi en su totalidad cuando se acercaba la hora de la comida. La fatiga y el hambre probablemente influían en estos últimos resultados.
Como hemos visto una de las funciones principales del sistema II es monitorizar y controlar los pensamientos y acciones “sugeridos” por el sistema I, permitiendo, en algunos casos, su expresión directa en el comportamiento y en otros suprimiéndoles o modificándoles. El autor pone como ejemplo una adivinanza sencilla:

Un bate y una bola cuestan 1.10$. 

El bate cuesta un dólar más que la bola. 

¿Cuánto cuesta la bola?

Una cifra, viene normalmente a nuestra mente ( a la mia por ejemplo): 10 centavos. Ésta sería la respuesta intuitiva, pero es errónea. Si sumamos si la bola cuesta diez centavos, el bate debe costar 1.10$ con lo que el coste total sería 1.20$. La solución correcta es 5 centavos. Podemos pensar que la respuesta intuitiva también apareció en la mente de los que acertaron con la cifra adecuada, pero fueron capaces de resistir  a la intuición. Su sistema II se esforzó y rechazo la respuesta fácil. Miles de estudiantes universitarios han contestado a esta adivinanza y los resultados son sorprendentes. Más del 50% de los estudiantes de Harvard, Princenton y el Instituto Tecnológico de Massachusetts a los que se les planteó fallaron en la respuesta. En universidades con requisitos de acceso menos selectivos más del 80% de los participantes en el estudio se equivocaron. Esto ocurre porque muchas personas muestran un exceso de confianza en sus intuiciones y aparentemente encuentran todo tipo de esfuerzo cognitivo al menos ligeramente incómodo y lo evitan siempre que pueden. 

Diversas investigaciones han intentado examinar la conexión entre el pensamiento y el autocontrol. En uno de los estudios más famosos de la historia de la psicología Walter Mischel y sus estudiantes plantearon un cruel dilema a un grupo de niños de 4 años. Se les daba la posibilidad de elegir entre una recompensa pequeña (una galleta Oreo) a la que podían acceder en cualquier momento  o una recompensa mayor (dos galletas) si eran capaces de esperar durante 15 minutos en condiciones difíciles. Éstas consistían en permanecer solos en una habitación cerrada en la que se encontraba una mesa con dos objetos: una galleta y una campana que el niño podía hacer sonar en cualquier momento para que entrase el investigador. Los niños eran observados a través de un espejo y grabados. El 50% de los niños, aproximadamente, consiguieron resistir a la tentación intentando mantenerse distraídos. Posteriormente, transcurridos más de 10 años se analizó lo que había sucedido con los niños. Los que habían resistido mostraban mayor nivel de control en tareas cognitivas y especialmente en la habilidad de relocalizar su atención de forma eficaz. Cuando pasaron a ser jóvenes adultos tenían menos posibilidades de caer en problemas de drogadicciones. Una diferencia significativa en sus aptitudes intelectuales se evidenció: los niños que mostraron más autocontrol a los 4 años puntuaban significativamente más alto en los tests de inteligencia.

Otro grupo de investigadores de la Universidad de Oregon exploraron la relación entre control cognitivo e inteligencia de diversas maneras, incluyendo el intento de aumentar la inteligencia al mejorar el control de la atención. Para ello durante cinco sesiones de 40 minutos de duración  expusieron a niños con edades comprendidas entre 4 y 6 años a diversos juegos de ordenador especialmente diseñados para demandar atención y control. Encontraron que entrenando la atención no sólo mejoraba el control ejecutivo sino que, también, lo hacían los resultados de varios tests de inteligencia no verbal y estas mejoras se mantenían durante meses. 

Keith Stanovich en su libro “Rationality and the reflective mind” plantea que existen dos partes en el sistema II a las que considera como dos mentes distintas:

a).- La mente algorítmica que se ocupa del pensamiento lento. Es la responsable de los resultados en los tests de inteligencia, pero no es inmune a los prejuicios.

b).- La mente reflexiva. Si falla tenemos el pensamiento perezoso y la racionalidad se resiente como hemos visto con la adivinanza del bate y la pelota.

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